Testimonio de la Hermana M. Teresa Romo Domínguez desde Ecuador



ESMERALDAS 03 DE SEPTIEMBRE DEL 2014
La alegría del Evangelio para el día mundial de las Misiones está en plena sintonía con la primera exhortación apostólica del papa Francisco, “Evangelii gaudium”, 
Desde la realidad y misión en la que me encuentro, la jornada del día del Domund, p tiene para mí un objetivo muy importante; desde el campo de la Educación es la de transmitir la alegría del Evangelio a cada estudiante, desde mi actitud y cercanía, llevarlos a ese gozo del vivir en la alegría, llevarlos al desafío del aprender aprendiendo. Otra forma de vivir la alegría del Evangelio es la de enseñarles a: alabar y dar gracias a Dios por la oportunidad de tener una educación de calidad y calidez. 

La vocación misionera es para mí el mayor don y gracia que el Dios de la vida me ha podido regalar; esta vocación está totalmente al servicio del hermano.

A lo largo de los años de vida misionera ya vividos, y lo que en el presente vivo desde el campo Educativo y Pastoral Educativa he podido experimentar y vivir con gran alegría y entusiasmo las palabras del salmista que dice: «Sostenme con tu promesa, y viviré, que no quede frustrada mi esperanza» (Salmo 119, 116), 

Si, “La alegría del Evangelio” ha llenado y sigue llenando mi corazón y el corazón de tantas personas que caminamos lado a lado, compartiendo penas y alegrías, es maravilloso saber dar y saber recibir, saber aprender del pobre, del mendigo de la calle. Pero la “alegría del Evangelio”, no es solo eso, es también saber escuchar a la madre que llora la ausencia de su hijo drogadicto, al esposo que maltrata y desprecia a su mujer, al joven abusado y maltratado en el hogar, en fin; la alegría, mi alegría como misionera Comboniana, nace de Dios, de ese Dios que es la fuente de la verdadera alegría. 

El ministerio de la Educación es una de las pastorales más bonitas porque desde ella estamos construyendo el futuro de un país; se intenta y nos esforzamos por dar a los niños, adolescentes y jóvenes, una educación integral, una educación en valores y principios cristianos, así, mismo a los padres de familia y a los docentes. La misión no es fácil, pero tampoco imposible por eso que gasto todas mis energías en dar lo mejor de mí, desde esa alegría que el evangelio me brinda. 

«El anuncio de la Palabra a través del mundo educativo crea una profunda comunión y es fuente de alegría. Una alegría profunda que brota de lo más profundo de mi corazón, de ese corazón agradecido, entusiasmado, lleno de vida, de esa vida trinitaria que se me comunica en el Hijo. La alegría es fruto del Espíritu Santo (cf. Gál 5, 22), que nos permite entrar en la Palabra y hacer que la Palabra divina entre en nosotros trayendo frutos de vida eterna».

Mi vida es un continuo agradecimiento al Dios de la vida por el don de la vocación Misionera y Comboniana. Entre el ritmo de la ciudad y el campo agradezco a mi Dios, por la hermosura de la vida, de la gente. Cuando voy en mis recorridos por los ríos de la zona norte del Vicariato de Esmeraldas visitando a las escuelitas de esta zona, mi corazón se agranda al encontrarme con tanta sencillez de personas, con tanta humildad y me gozo en mi Dios y me uno a sus fiesta, cantando y danzando con ellos, haciendo causa comunión en el compartir su cintura y tradición.

Le agradezco de corazón, y que la “Alegría del Evangelio” me siga llevando por los caminos de la vida haciendo el bien.


Un afectuoso saludo y ¡FELIZ DÍA DEL DOMUND!!

M. Teresa Romo Domínguez

Misionera Comboniana

Actualmente en Ecuador (Vicariato de Esmerladas)