Noticias desde Brasil


Llevo ocho días en el gran Brasil, uno de los países emergentes con más futuro.
El motivo fue acompañar a un amigo sacerdote que ha pasado cuarenta años en Paraguay y se venía ya para Salamanca, cuando un infarto galopante lo retuvo en el hospital de Guarilhos, Sao Paulo, donde se encuentra el aeropuerto internacional del mismo nombre.
No he podido ver mucho del país, porque voy mañana y tarde al hospital. Un hospital modesto y de beneficencia, en una ciudad donde hay, además, otros tres o cuatro hospitales.
Guarulhos es una ciudad satélite unida a la gran población de más de veinte millones que es Sao Paulo. Guarulhos tiene un millón trescientos mil habitantes. Tantos como para formar ese solo municipio una diócesis, quizá la única en el mundo que comprende una sola ciudad. Se acaba de desgajar del gran Sao Paulo, donde hay otras cinco o seis diócesis. El domingo tomaba posesión el nuevo y primer obispo de Guarulhos. Yo asistí a esa misa de posesión, en la que hasta ahora era una parroquia y ahora hace de nueva catedral. Está en pleno centro de la ciudad, al final de una calle comercial variopinta, y cerca de donde en el suelo está marcada la primera iglesia que allí hubo, la de Nuestra Señora del Rosario de los Negros. Una placa de acero en el suelo lo explica y lo celebra. Como tantos otros lugares, que nacieron de la primera evangelización de América, y que da fe de que no sólo fueron evangelizados los indios, sino también los negros. Con tristes situaciones discriminatorias que han permanecido hasta tiempos recientes.
Me contaba la superiora de las Hijas de la Caridad, donde me hospedo, que cuando ellas se establecieron en esta ciudad, tenían que tener en su colegio clases separadas para los blancos y para los negros. Hoy ya tienen un precioso colegio abierto a todo el mundo y llevado adelante con una modélica pedagogía vicenciana.
En la catedral me encontré con un montón de jóvenes y de muchachas, vestidos todos con preciosas túnicas y roquetes, y asumiendo cada uno, con gran resposabilidad y decoro, las tareas que se les habían asignado. Sacerdotes y seminaristas éramos pocos porque, al ser domingo, tenían que estar atendiendo las treinta parroquias de la diócesis municipio. Un buen numero de laicos adultos, revestidos todos en discreta forma clerical y con distintivo de solapa ejercían como ministros de la Eucaristía para ayudar al obispo y a los sacerdotes a distribuir la comunión. Un coro orquesta moderno acompañaba las canciones que todos conocían y cantaban. El último contraste con nuestra diócesis, donde el seminario está vacío esperando la llegada de nuevos seminaristas, esa la presencia de un ramillete de treinta seminaristas adultos y maduros, que son la esperanza de una religiosidad prometedora y joven, como joven en su mayoría es la población de la que proceden y a la que sirven.
Autobuses y coches particulares inundan las calles y autovías que atraviesan la ciudad, acudiendo a sus lugares de trabajo, de comercio o de diversión.
En la ciudad se mezclan casas antiguas y semicoloniales con altos y modernos edificios sembrados por todo el casco urbano. Abundan los pequeños comercios y las grandes superficies, a las que ellos dan fácilmente el nombre inglés de shoping. Y sembradas acá y allá varias pequeñas y medianas fábricas, que marcan el ritmo industrial de la ciudad, atravesada por la gran autopista que une Río de Janeiro con San Pablo.
En resumen: una ciudad joven y prometedora, expresión de el gran continente estado emergente que es el Brasil que celebró la Jornada Mundial de la Juventud y que espera ilusionado la próxima llegada del mundial de fútbol.
Publicado en salamancrtv