Bienvenida la normalidad por Juan Robles


Por fin pasaron las navidades, con sus cantos, sus comidas, sus turrones, sus belenes… Ahora vuelve la normalidad deseada: la del trabajo diario, del estudio, de los proyectos personales. Necesitamos la normalidad. Pero resulta que ni en las navidades nos hemos visto libres de las noticias de corrupción, de tribunales, de políticos, de accidentes de circulación… Realidades que habremos de seguir sufriendo en los periodos supuestamente de normalidad. En nuestra delegación de misiones, habremos de seguir con los trabajos de preparación y las celebraciones de la jornada de la Santa Infancia. Luego la Campaña contra el Hambre y la jornada mundial de los enfermos, que se celebra el 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes.

Semanalmente seguiremos con los temas propios de formación de la Escuela Diocesana de Animación y cooperación con los misioneros. Y tenemos ya a la vista el encuentro y festival de la Canción Misionera, que celebramos conjuntamente con la diócesis de Ciudad Rodrigo y que, lógicamente, esta vez, siendo el año del quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa, tendrá lugar en Alba de Tormes.

Nos uniremos también a los eventos diocesanos que se organicen con ocasión del año teresiano. Y nos comprometeremos igualmente en el desarrollo de la importante Asamblea Diocesana, en la que estamos todos empeñados.

Así iremos acercándonos al tiempo gratificante de la primavera salmantina, y el verano nos encontrará implicados en la organización del siempre deseado y gratificante encuentro de los misioneros de Salamanca y Ciudad Rodrigo, que de nuevo tendrá lugar en Alba de Tormes en el primer domingo del mes de julio. Tegamos al menos un día al año para reconocer el inestimable trabajo que realizan nuestros misioneros en los países en desarrollo y con las gentes más empobrecidas y necesitadas. Bienvenida la normalidad. El trabajo nos modera, nos estimula y nos ayuda a crecer y a perfeccionarnos. Más si encima nos dedicamos a actividades de cooperación al desarrollo, y de contribución a estimular el mantenimiento y el crecimiento de la esperanza.

Por Juan Robles, delegado diocesano de Misiones, en Salamanca rtvaldía