Conocí a Fe en la década de los setenta. Ella estaba como maestra en Cantalpino, su pueblo, y yo era el delegado diocesano de misiones. Me invitó varias veces a hacer la animación misionera con los muchachos de su escuela. Se notaba la buena preparación y el interés de los niños por el tema de las misiones. Me animaba a mí mismo y la experiencia me servía para hacer algo parecido en otras escuelas de la diócesis.
Después la he vuelto a ver y conocer más a fondo en Salamanca a partir de los años noventa, en que yo volví a ser delegado diocesano de misiones. Y pude contar con ella como colaboradora y voluntaria de la delegación diocesana de misiones. Asistía a las reuniones ordinarias y extraordinarias, invitaba a sus amigos y conocidos a asociarse a la delegación también como simpatizantes y voluntarios. Y, sobre todo, creó un grupo misionero en su parroquia de María Mediadora. Animaban en las misas, en las catequesis, a los jóvenes, a los enfermos… Para mí fue una gran ayuda en los trabajos de la delegación diocesana de misiones, y contaba con el aprecio de los demás colaboradores y voluntarios de nuestras tareas.
También se apuntaba frecuentemente a jornadas y cursillos, en Silos, en las Semanas Misionales de Misiones de Burgos, en las Jornadas de Empleados y Voluntarios de las Misiones, en Madrid. En todo procuraba estar al día y compartía su saber y su experiencia con todos los demás, especialmente con las compañeras de su propio instituto secular, del que algún tiempo fue responsable de formación y en cuyo boletín de enlace participaba habitualmente.
Rezaremos por ella y nos encomendaremos a ella. Sabemos que nos va a seguir apoyando desde el cielo. Gracias Fe. Seguimos contando contigo.
Juan Robles
Delegado diocesano de misiones